The Accursed Homecoming

EL RETORNO MALÉFICO

Ramón López Velarde (1888-1921)

EL RETORNO MALÉFICO
Mejor será no regresar al pueblo, al edén subvertido que se calla en la mutilación de la metralla. Hasta los fresnos mancos, los dignatarios de cúpula oronda, han de rodar las quejas de la torre acribillada en los vientos de fronda. Y la fusilería grabó en la cal de todas las paredes de la aldea espectral, negros y aciagos mapas, porque en ellos leyese el hijo pródigo al volver a su umbral en un anochecer de maleficio, a la luz de petróleo de una mecha su esperanza deshecha. Cuando la tosca llave enmohecida tuerza la chirriante cerradura, en la añeja clausura del zaguán, los dos púdicos medallones de yeso, entornando los párpados narcóticos, se mirarán y se dirán: "¿Qué es eso?" Y yo entraré con pies advenedizos hasta el patio agorero en que hay un brocal ensimismado, con un cubo de cuero goteando su gota categórica como un estribillo plañidero. Si el sol inexorable, alegre y tónico, hace hervir a las fuentes catecúmenas en que bañábase mi sueño crónico; si se afana la hormiga; si en los techos resuena y se fatiga de los buches de tórtola el reclamo que entre las telarañas zumba y zumba; mi sed de amar será como una argolla; empotrada en la losa de una tumba. Las golondrinas nuevas, renovando con sus noveles picos alfareros los nidos tempraneros; bajo el ópalo insigne de los atardeceres monacales, el lloro dc recientes recentales por la ubérrima ubre prohibida de la vaca, rumiante y faraónica, que al párvulo intimida; campanario de timbre novedoso; remozados altares; el amor amoroso de las parejas pares; noviazgos de muchachas frescas y humildes, como humildes coles, y que la mano dan por el postigo a la luz de dramáticos faroles; alguna señorita que canta en algún piano alguna vieja aria; el gendarme que pita... ... Y una íntima tristeza reaccionaria.
The Accursed Homecoming
The village? Better not go back to that subverted heart's desire silenced and smashed by rattling fire. The worthy ash and alder trees, once nobly domed, now amputees, high in their windblown fronds must hear the keening of the riddled tower. And rifles have carved into the plaster of every wall of the village of disaster black and ill-omened maps, and the prodigal son returning to his home on an evil night may read there by the light of an oily lampwick's burning his hopes' and dreams' undoing. When the rusty key with a clumsy creak turns in the lock of the antique main front door to the hall, the modest pair of plaster bosses, with sleepy-lidded glances at one another, will say, "what's that?" And I as one who intrudes shall step inside to the delphic court where the well-stone broods with its leather pail, engrossed in dripping its categorical drops like the plaintive dirge of a ghost. If the relentless, glad, reviving sun heats up the young and studious streams that bathed my old recurring dreams; if ants are on the move, or if the throaty clamour of the dove, humming among the cobwebs, sounds above the rooftops and subsides, a languid hum, my thirst for loving shall be as a ring embedded in the capstone of a tomb. The new swallows, renewing, with their beaks new to the art of the clay, their nests in the season of spring; under the opal blazoning of a monkish close of day, the calves new-calved who bellow for the udder, forbidden to flow of the ruminant pharaonic cow the frightens the little fellow; the bell-tower's new-fangled peal above the altars made young and new; the couples, two by two, lovers in love; the girls fresh and modest, humble as cabbages, planning their marriages, reaching round back doors in the oddest pools of dramatic lantern-light; some young lady trilling some old melody at some piano: the sergeant's whistle shrilling ... ...And an intimate reactionary sadness.
Published in Outposts 174/5.

Translation: Copyright © Timothy Adès

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